Finalmente, la frase de Lispector se vuelve método. Sirven el freewriting de 10 minutos sin censura para aflorar ideas; las preguntas guía que fuerzan precisión; los mapas conceptuales que evidencian relaciones; y la reescritura por capas, que afina argumentos. Leer en voz alta revela tropiezos lógicos; alternar resumen y paráfrasis prueba comprensión; y dejar reposar el texto permite que el juicio se despeje. Como muestra la pedagogía de la escritura, cada técnica encarna una forma de pensar. Así, al practicar con continuidad, el acto de escribir deja de ser un medio para comunicar resultados y se convierte en el lugar mismo donde el pensamiento se descubre, se prueba y se transforma. [...]