Finalmente, una lección implícita en la metáfora es la capacidad de desapegarse del resultado, enfocándose en el proceso mismo de la acción. El torrente sigue su curso sin preocupación por su destino final. Esta perspectiva recuerda enseñanzas del budismo zen, tan influyente en la vida de los samuráis, donde el énfasis está en el presente y en la experiencia directa. Así, actuar como un torrente implica vivir el momento y fluir con determinación, sin dejarse atrapar por dudas o vacilaciones. [...]