Finalmente, si el trabajo es ofrenda, su medida incluye al otro. Max Weber, en La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905), mostró cómo la idea de vocación secularizó el llamado; hoy podemos reorientarla hacia el bien común. Una enfermera que escucha antes de intervenir o un panadero que dona el excedente al barrio encarnan esa oración hecha acción.
Así, excelencia y justicia se encuentran: salarios justos, cadenas sostenibles, productos que no dañan. Cuando la vida se vuelve oración, la ética deja de ser un apéndice y pasa a ser el tono de fondo que afina cada decisión. [...]