Finalmente, la metáfora del templo subraya que la construcción del yo es tanto una responsabilidad individual como un legado para el mundo. Cada acto consciente esculpe el ‘templo’ que habitamos y, a la vez, inspira a otros a edificar el suyo con dignidad. Así, como enseñaba Allen, el proceso de autoconstrucción no sólo eleva al individuo, sino que embellece y fortalece a toda la comunidad humana. [...]