Por último, esta visión entronca con una ética antigua. En la Ética a Nicómaco de Aristóteles (c. 350 a. C.), la eudaimonía surge de ejercitar la areté, la excelencia del carácter, día a día. Wooden lo tradujo a un terreno práctico con su lema haz de cada día tu obra maestra: si hoy das lo mejor de ti, ya estás logrando lo esencial.
Así, el éxito deja de ser un destino remoto y se convierte en una manera de vivir. La paz mental no es premio final, sino compañía constante de quien intenta, con disciplina y alegría, cumplir su deber bien hecho. [...]