Cuando la amabilidad se vuelve costumbre compartida, surge capital social: confianza, normas y redes que facilitan la cooperación (Putnam, Bowling Alone, 2000). Así, comunidades que cultivan reciprocidad gestionan mejor sus bienes comunes y afrontan crisis con más resiliencia, como mostró Elinor Ostrom en sus estudios de autogobierno (1990).
En última instancia, la invitación de Neruda no es solo ética, sino cívica: sembrar gestos cotidianos para que, en la trama de nuestras relaciones, brote una bondad extraordinaria que nos incluya a todos. [...]