En conclusión, de la armonía en la diversidad surge la verdadera fortaleza de la humanidad, tal como propuso Desmond Tutu. La civilización florece cuando aprendemos a valorar y entrelazar nuestras diferencias, evitando reduccionismos y estereotipos. Así, el reto presente es cultivar activamente espacios donde cada voz cuente, manteniendo la convicción de que nuestra mayor riqueza reside en nuestra pluralidad. [...]