Por último, el coraje que propone la ética estoica es tranquilo: actúa, aprende y ajusta. Comienza por lo que dominas —tu juicio, tu palabra, tu esfuerzo— y permite que los resultados se decanten. Meditaciones sugiere que la tarea humana es contribuir al bien común; orientar las elecciones a ese norte convierte la duda en consejera, no en tirana. Con cada compás bien dado, la vida compone una marcha clara incluso en medio de la incertidumbre: paso a paso, la acción deliberada se vuelve hábito y, finalmente, carácter. [...]