Finalmente, medir el éxito en décadas cambia la brújula creativa. Cervantes en Don Quijote (1605–1615) perdura porque aborda sin disfraces la condición humana; la honestidad de su mirada lo vuelve actual. Del mismo modo, las obras que no prometen más de lo que son resisten revisiones, relecturas y restauraciones. Volvemos a Hugo: trabajar con honestidad no garantiza la fama inmediata, pero sí ofrece a la obra la mejor defensa contra el olvido. La verdad, paciente, termina haciéndose cargo del tiempo. [...]