Compartir mapas crea territorio común. Gloria Anzaldúa, en Borderlands/La Frontera (1987), convierte la herida fronteriza en geografía cultural, mostrando cómo las fisuras personales dialogan con límites históricos. De modo similar, los testimonios y sitios de memoria en América Latina han cartografiado violencias para que la comunidad encuentre rutas de duelo y justicia. Al circular, los mapas personales suman caminos que uno solo no ve.
Así, el gesto de Kahlo se expande: pintar las heridas no es exhibicionismo, sino una forma de orientación solidaria. Cuando varias cartografías se superponen, aparecen puentes, ferias de apoyo y nuevas leyendas compartidas. Y aunque cada trazo sigue siendo íntimo, el rumbo se vuelve menos solitario; avanzar ya no es únicamente posible, también es acompañable. [...]