Cuando la acción encarna valores, otros la imitan; la influencia se multiplica por redes. Estudios sobre contagio social sugieren que hábitos prosociales se difunden entre vínculos cercanos (Christakis y Fowler, Connected, 2009). Por eso, el liderazgo no es un pedestal, sino un punto de apoyo donde la acción coherente habilita acciones ajenas. Al cerrar el círculo, la invitación inicial cobra sentido: colócate en la intersección de tus valores y tu hacer, y deja que la sombra —no el foco— hable por ti. [...]