Finalmente, el acto de caminar va más allá de la creatividad: se convierte en una práctica de autoexploración. Así como en el Ulises de Joyce el andar simboliza la búsqueda interna, Nietzsche promovía el paseo como catalizador de autotransformación. En cada paso resuena la posibilidad de repensar el mundo y a uno mismo, demostrando que las grandes concepciones requieren movimiento, apertura y un horizonte por recorrer. [...]