La Sencillez del Lenguaje y la Profundidad del Pensamiento
Creado el: 24 de mayo de 2025

Uno debe usar palabras comunes para decir cosas poco comunes. — Arthur Schopenhauer
El Valor de las Palabras Cotidianas
Arthur Schopenhauer, en su aguda observación, resalta que las palabras comunes pueden servir como vehículos poderosos para expresar ideas poco comunes. Haciendo eco de su filosofía, el pensador alemán sostiene que la claridad debe ser prioritaria, permitiendo que incluso los conceptos más complejos lleguen a cualquier interlocutor. Así, el uso de un léxico accesible se convierte en un acto de generosidad intelectual.
Evitar el Esnobismo Intelectual
Siguiendo esta línea, Schopenhauer critica a quienes, para impresionar, esconden ideas simples tras palabras grandilocuentes. Sugiere que los grandes pensadores como Galileo o Newton escribieron de modo claro para que el conocimiento pudiera multiplicarse. Al eludir el artificio verbal, se combate también una barrera social: la incomprensión y el elitismo.
La Tradición de la Claridad en la Filosofía
Filósofos como Séneca y Montaigne también recurrieron a un lenguaje directo para transmitir sus enseñanzas. En sus cartas y ensayos, respectivamente, optaron por expresiones sencillas pero cargadas de sentido, ampliando el alcance de sus ideas. El propio Schopenhauer, en obras como ‘El arte de tener razón’, emplea ejemplos cotidianos, reforzando la eficacia comunicativa de su propuesta.
Educación y Democratización del Saber
Además, la utilización de términos comunes facilita la educación y democratiza el acceso al saber. Cuando un maestro traduce ideas abstractas a palabras del día a día, favorece que sus alumnos se apropien del conocimiento. Paulo Freire, en ‘Pedagogía del oprimido’, aboga por este enfoque, invitando a construir juntos el entendimiento y evitar la confusión innecesaria.
El Poder Expresivo de la Sencillez
Finalmente, las palabras sencillas potencian el impacto emotivo y poético de los mensajes. Grandes autores como Borges y García Márquez han demostrado que los relatos universales nacen de la economía verbal y no del exceso retórico. Así, enlazando con Schopenhauer, descubrimos que el verdadero desafío está en transmitir lo extraordinario usando el lenguaje de todos los días, sin sacrificar la hondura del pensamiento.