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La creatividad: inteligencia y corazón en armonía lúdica

Creado el: 13 de junio de 2025

La creatividad es la inteligencia divirtiéndose en el lenguaje del corazón. — Ken Robinson
La creatividad es la inteligencia divirtiéndose en el lenguaje del corazón. — Ken Robinson

La creatividad es la inteligencia divirtiéndose en el lenguaje del corazón. — Ken Robinson

La esencia de la creatividad según Ken Robinson

Ken Robinson, figura clave en la educación y el pensamiento creativo, define la creatividad como algo más que una simple habilidad intelectual; es el resultado de la inteligencia jugando y expresándose a través del corazón. Su visión desafía la antigua imagen de la creatividad como un don reservado solo para artistas o genios, proponiendo en cambio que es un acto inherente a la condición humana y accesible a todos cuando se permite la libre interacción entre razón y emoción.

Inteligencia y creatividad: una relación dinámica

En este contexto, la inteligencia no es únicamente lógica o analítica; es versátil y dinámica. Robinson destaca que pensar de forma creativa implica arriesgarse, combinar ideas y buscar lo original, procesos que requieren tanto de la mente racional como de la sensibilidad emocional. Tal como argumenta Howard Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples (1983), la creatividad florece cuando diversas aptitudes interaccionan y se enriquecen mutuamente.

El lenguaje del corazón: emoción en la creación

La frase ‘lenguaje del corazón’ sugiere que la creatividad emerge plenamente cuando la inteligencia se deja guiar por la pasión y la autenticidad. Así como los grandes compositores y pintores vierten su sentir más profundo en sus obras, cada persona puede expresar sus ideas más innovadoras cuando se conecta con sus emociones. Picasso, por ejemplo, afirmaba que ‘todo niño es un artista’, reconociendo esa espontaneidad emocional como fuente primaria de invención.

Jugando como camino a la innovación

Esta perspectiva invita a valorar el juego y la experimentación en el proceso creativo. Robinson sostenía que la educación debería generar espacios para el libre ensayo y error, pues el miedo a equivocarse es el mayor obstáculo para crear. Como ilustra la experiencia de los laboratorios de Silicon Valley, donde probar sin miedo al fracaso acelera la innovación, jugar con ideas es fundamental para que la inteligencia ‘se divierta’ y produzca descubrimientos genuinos.

Impulsar la creatividad en la vida cotidiana

Finalmente, trasladar este entendimiento a la vida diaria implica fomentar ambientes donde se celebren tanto la razón como la emoción, alentando a niños y adultos a experimentar, equivocarse y expresar sus pasiones. Seguir el ejemplo de la inteligencia que se divierte, como sugiere Robinson, nos permite abrazar la creatividad como camino personal y colectivo hacia una existencia más plena y significativa.