Site logo

El Río del Tiempo: Movimiento y Transformación Constantes

Creado el: 21 de julio de 2025

El agua que tocas en un río es la última de la que ha pasado y la primera de la que está por venir.
El agua que tocas en un río es la última de la que ha pasado y la primera de la que está por venir. — Leonardo da Vinci

El agua que tocas en un río es la última de la que ha pasado y la primera de la que está por venir. — Leonardo da Vinci

La metáfora del río como símbolo del cambio

Leonardo da Vinci utiliza la imagen del río para ilustrar cómo todo está en constante transformación. Al señalar que el agua tocada es a la vez la última del pasado y la primera del futuro, nos recuerda que nada permanece igual. Esta metáfora no solo describe el flujo de un río, sino que también sirve como representación visual del paso del tiempo y la fugacidad de cada momento, ideas que han fascinado a pensadores desde Heráclito, quien afirmaba que 'nadie se baña dos veces en el mismo río'.

El valor del instante presente

Ante la fugacidad que describe Da Vinci, el instante presente cobra un valor inmenso. Lo que tocamos, sentimos o vivimos en este preciso momento pronto será solo un recuerdo, como el agua que se aleja corriente abajo. Así, hay una invitación velada a estar atentos y conscientes, a aprovechar la presencia y la inmediatez de cada experiencia. Esto conecta con enseñanzas contemporáneas sobre mindfulness, que invitan a celebrar y habitar plenamente el ahora.

El aprendizaje y la transformación personal

Siguiendo el cauce iniciado por Da Vinci, podemos entender que, al igual que el río, nosotros también somos sujetos en permanente cambio. Cada vivencia modifica nuestra perspectiva y nos configura de manera única, de modo que jamás volvemos a ser exactamente los mismos. Grandes humanistas y artistas del Renacimiento, como el propio Da Vinci, veían en la observación y adaptación continua la clave del desarrollo personal.

La importancia del desapego y la aceptación

Consciente de la impermanencia, Da Vinci sugiere aceptar la transitoriedad y practicar el desapego. Así como no podemos retener el agua en el río, tampoco es posible aferrarnos al pasado o anticipar el futuro; sólo queda fluir y adaptarnos al devenir. Esto resuena con filosofías orientales como el budismo, que invitan a soltar las expectativas y encontrar paz en la aceptación del constante cambio.

El legado del pensamiento de Da Vinci sobre la naturaleza

Finalmente, la observación de Da Vinci sobre el agua encarna su visión científica y poética del mundo natural. Para él, entender los ciclos y procesos de la naturaleza era fundamental para comprender el universo y nuestro lugar en él. Esta frase refleja su capacidad de extraer profundas lecciones filosóficas de fenómenos aparentemente simples, inspirándonos a mirar la realidad cotidiana con ojos inquisitivos y reflexivos.