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La Locura y Libertad de Ser Escritor

Creado el: 25 de julio de 2025

Una persona es un tonto por convertirse en escritor. Su única compensación es la libertad absoluta.
Una persona es un tonto por convertirse en escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. — Roald Dahl

Una persona es un tonto por convertirse en escritor. Su única compensación es la libertad absoluta. — Roald Dahl

El Costo de Elegir la Escritura

Al comenzar, Roald Dahl plantea que convertirse en escritor conlleva una dosis de insensatez. La profesión suele estar marcada por la incertidumbre económica, el rechazo editorial y la soledad creativa. Tal elección, desde una lógica convencional, podría parecer incluso imprudente: muchos escritores, como Franz Kafka en su tiempo, mantuvieron oficios paralelos por temor a la precariedad. Así, iniciarse en la escritura implica aceptar riesgos poco razonables desde el punto de vista material.

La Libertad como Única Recompensa

Sin embargo, Dahl matiza su afirmación con una poderosa compensación: la libertad absoluta. Esta libertad se manifiesta en la creación de universos, personajes e ideas sin más límite que la propia imaginación y honestidad. Escritores como Virginia Woolf celebraron esa autonomía al afirmar en 'Una habitación propia' (1929) que la independencia era esencial para la escritura genuina. La libertad, aunque intangible, se convierte así en un tesoro exclusivo para quienes se atreven a escribir.

Un Oficio de Rebeldía y Creatividad

Enlazando con la naturaleza de la libertad, dedicarse a la escritura es, en esencia, un acto de rebeldía contra la rutina y lo establecido. El escritor escoge su horario, sus temas y su tono, como hizo Gabriel García Márquez al inventar Macondo y desafiar la realidad. Esta autonomía fomenta la creatividad pura, permitiendo explorar emociones y perspectivas inexploradas en otros ámbitos laborales.

El Reconocimiento Tardío y la Soledad

A pesar de la dicha creativa, recibir reconocimiento por el oficio literario puede tardar años, si llega. Emily Dickinson, por ejemplo, publicó pocos poemas en vida y trabajó en aislamiento, hallando consuelo únicamente en su libertad de escribir. Esta realidad refuerza la afirmación de Dahl: a menudo, quienes escriben lo hacen a pesar de su desventaja social, convencidos de que la entrega a la literatura es valiosa por sí misma.

La Escritura como Libertad Interior

Finalmente, la escritura ofrece una libertad que trasciende lo externo y deviene en liberación interior. Al plasmar sus pensamientos, el escritor se conoce, se desafía y se reinventa. Anne Frank, desde el encierro, encontró en su diario la posibilidad de existir más allá de las paredes. Así, la ‘locura’ de escribir se revela como el pasaporte a una libertad que compensa, con creces, cualquier sacrificio material.