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La Naturaleza Perecedera del Conocimiento Humano

Creado el: 26 de julio de 2025

El conocimiento se conserva más o menos tan bien como el pescado. — Al Franken
El conocimiento se conserva más o menos tan bien como el pescado. — Al Franken

El conocimiento se conserva más o menos tan bien como el pescado. — Al Franken

El Símil del Pescado y el Conocimiento

Al Franken compara el conocimiento con el pescado, transmitiendo de inmediato una imagen poderosa: ambos son valiosos, pero también vulnerables al paso del tiempo. Así como el pescado rápidamente pierde frescura si no se cuida, el conocimiento puede volverse obsoleto, inexacto o perder relevancia si no se revisa ni actualiza.

El Riesgo de la Obsolescencia

Profundizando en este paralelismo, observamos que las ideas y datos, una vez considerados verdad incuestionable, pueden quedar caducos. Ejemplos abundan en la historia: creencias científicas como la teoría geocéntrica de Tolomeo dominaron durante siglos hasta ser desplazadas por nuevos hallazgos. La velocidad con que evoluciona la tecnología y la ciencia hoy en día acentúa este fenómeno.

Importancia de la Actualización Continua

De aquí se desprende la importancia de mantener una actitud crítica y actualizada respecto al saber. Platón ya advertía en su obra *La República* (c. 375 a.C.) sobre los peligros de la ignorancia ilustrada, instando a cuestionar y revisar siempre nuestros conocimientos. Del mismo modo, en profesiones como la medicina o la ingeniería civil, la actualización constante es vital para evitar errores costosos.

El Papel de la Memoria y la Transmisión

Además, el conocimiento depende de su transmisión eficaz. Si no se comparte oportunamente, puede perderse o deformarse, como ocurre con el pescado que tarda demasiado en llegar al mercado y termina arrojado. Anecdóticamente, muchas tradiciones orales se han esfumado por la falta de mecanismos formales de preservación, subrayando la necesidad de redes de comunicación robustas y fiables.

Actitudes Frente a la Perecibilidad del Saber

Por último, aceptar la naturaleza perecedera del conocimiento debería impulsarnos a reevaluar y refrescar continuamente nuestras fuentes y perspectivas. Reconocer que el saber no es eterno fomenta la humildad intelectual y nos motiva a reciclar, comprobar y mejorar nuestras ideas, asegurando que el conocimiento se mantenga tan fresco y útil como un pescado bien conservado.