Site logo

El poder del individuo en el cambio colectivo

Creado el: 31 de agosto de 2025

Cada individuo importa. Cada individuo tiene un papel que desempeñar. — Jane Goodall
Cada individuo importa. Cada individuo tiene un papel que desempeñar. — Jane Goodall

Cada individuo importa. Cada individuo tiene un papel que desempeñar. — Jane Goodall

De la selva al mensaje humano

Jane Goodall forjó esta afirmación observando individuos, no abstracciones. En Gombe (Tanzania, 1960–), documentó que cada chimpancé exhibía rasgos propios—curiosidad, cuidado, audacia—, y mostró al mundo a David Greybeard usando herramientas (Goodall, In the Shadow of Man, 1971). Al reconocer personalidades, rompió la barrera entre ‘ellos’ y ‘nosotros’ y colocó la agencia individual en el centro. De esa mirada nace su convicción: si cada chimpancé cuenta, cada persona también. La frase nos desplaza del anonimato estadístico a la responsabilidad concreta.

Agencia personal y responsabilidad ética

Con esta constatación en mente, ‘tener un papel’ deja de ser eslogan y se vuelve ética de la acción cotidiana. Como sugiere Aristóteles en la Ética a Nicómaco, el carácter se teje con hábitos; nuestras microdecisiones—comprar, votar, escuchar—configuran la comunidad que habitamos. Así, la dignidad de cada individuo no solo exige respeto; también invita a asumir tareas proporcionadas a nuestras capacidades y contexto. No se trata de hacerlo todo, sino de hacer lo que nos corresponde con cuidado y constancia.

Efecto multiplicador de las acciones pequeñas

Desde esa responsabilidad personal, las ciencias sociales explican por qué un gesto puede escalar. Los umbrales de participación de Mark Granovetter (1978) muestran cómo una minoría inicial, visible y persistente, desencadena cascadas de adhesión. Algo similar ocurrió cuando una estudiante se sentó ante el Parlamento sueco en 2018: la protesta de Greta Thunberg catalizó millones de huelgas escolares. La lección enlaza con Goodall: el primer paso de alguien crea condiciones para el segundo de muchos. La visibilidad y la coherencia convierten la chispa individual en fuego colectivo.

Educar para actuar: Roots & Shoots

Para convertir esa dinámica en aprendizaje continuo, Goodall fundó Roots & Shoots (1991), un programa educativo presente en más de 50 países (Jane Goodall Institute). Equipos juveniles detectan necesidades locales y diseñan proyectos para personas, animales y ambiente: limpiezas de ríos, huertos escolares, campañas de convivencia. El hilo conductor es la agencia: cada estudiante identifica su rol, colabora y mide impacto. Al conectar vocación con problemas reales, la frase cobra forma practicable y sostenida en el tiempo.

Una ecología de talentos y roles

Ahora bien, ningún cambio perdura si homogeneiza los talentos. Como mostró Meredith Belbin (1981), los equipos prosperan combinando roles diversos—coordinador, implementador, creativo, evaluador. Del mismo modo, en la ciudadanía hay lugar para investigadoras, narradores, cuidadoras, analistas de datos y facilitadores. Así, ‘cada individuo tiene un papel’ no impone un molde; reconoce un mosaico de contribuciones que, articuladas, hacen sistema. La diversidad, lejos de fragmentar, confiere resiliencia.

Del individuo a las estructuras justas

Con todo, el énfasis en el individuo no niega las estructuras; las reclama. Elinor Ostrom mostró que los bienes comunes se gestionan mejor cuando reglas, vigilancia y sanciones surgen de comunidades implicadas (Governing the Commons, 1990). En términos prácticos, reciclar funciona cuando existe infraestructura, retroalimentación y normas compartidas. Por eso, el rol personal incluye construir instituciones: votar, deliberar, diseñar políticas y exigir cuentas. La suma de individuos informados sostiene reformas duraderas.

Activar tu papel: de la intención al plan

Finalmente, para pasar de la idea a la acción, conviene un guion breve: elige una causa cercana; haz inventario de habilidades; define un compromiso específico con intención de implementación (‘si es martes 7 p.m., entonces mentoría virtual’, Gollwitzer, 1999); busca aliados; y evalúa cada 90 días. Estas prácticas convierten la dignidad abstracta en contribución concreta. Tal como sugiere Goodall, cuando cada quien actúa desde su lugar, el nosotros se vuelve posible.