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Canciones para desconocidos, puentes hacia quienes serán

Creado el: 3 de septiembre de 2025

Crea obras que les canten a los desconocidos; esa canción se convierte en el puente hacia quienes ll
Crea obras que les canten a los desconocidos; esa canción se convierte en el puente hacia quienes llegarán a ser. — Neil Gaiman

Crea obras que les canten a los desconocidos; esa canción se convierte en el puente hacia quienes llegarán a ser. — Neil Gaiman

La llamada a escribir para extraños

Para empezar, la exhortación de Gaiman nos invita a crear sin tener delante un rostro familiar. “Cantar” a los desconocidos no es complacer tendencias, sino entonar una verdad propia con la esperanza de que resuene en alguien que aún no ha llegado. En esa apuesta hay humildad y confianza: la obra no controla a su público, pero sí le tiende una melodía nítida. Así, el artista se libera del cálculo inmediato y se orienta por una brújula más honda: decir algo que valga la pena incluso si el oyente todavía no existe en nuestra órbita.

El puente entre presente y posibilidad

Desde ahí, la metáfora del puente revela su propósito: conectar al lector u oyente con una versión de sí mismo en ciernes. Las obras que nos conmueven no solo nos hablan; nos mueven, porque insinúan una vida alternativa que, de pronto, parece alcanzable. Cervantes muestra esta potencia transformadora en Don Quijote (1605–1615): un hombre reescribe su identidad a partir de los libros que lo escogen. Del mismo modo, cuando una canción o un cuento nos interpelan, no nos confirman—nos estiran. Ese estiramiento, incómodo y luminoso, es el trayecto del puente.

Gaiman en contexto: hacer buen arte

En concreto, Gaiman ha defendido esta ética en su discurso Make Good Art (Universidad de las Artes, 2012) y ensayos reunidos en The View from the Cheap Seats (2016). Allí sugiere crear con honestidad feroz, aun sin garantías de recepción. Curiosamente, cuanto más singular y fiel es la obra a su propio latido, más reconoce el extraño una verdad compartible. No es paradoja sino ley artesanal: al afinar la voz, se amplifica el alcance. De este modo, el consejo no es marketing para audiencias futuras, sino artesanía presente que, por su integridad, convoca a quienes llegarán.

Ecos literarios de la misma intuición

Asimismo, otros autores han cantado a desconocidos con efectos duraderos. Walt Whitman, en Hojas de hierba (1855), extiende su mano al lector: “¿Acaso no soy yo también el poeta de ti?”. Italo Calvino, en Si una noche de invierno un viajero (1979), convierte al “Lector” en protagonista, recordándonos que la obra sucede en el encuentro. Estos gestos, como el de Gaiman, suponen un acto de fe: la literatura es una cita a ciegas con el porvenir. Cuando esa cita se consuma, el lector no solo entiende el texto; se entiende de otra manera.

Cómo se compone esa canción

A su vez, tender puentes exige decisiones formales: claridad sin simplismo, imágenes concretas, y una hospitalidad que confíe en la inteligencia del lector. Ursula K. Le Guin, en Steering the Craft (1998, rev. 2015), propone una prosa precisa que invite a participar en vez de explicar de más. La especificidad —un olor, una grieta, una voz con ritmo propio— abre puertas universales. Así, la canción resulta cantable por otro porque es nítida en su timbre y generosa en su silencio: deja espacio para que el desconocido se escuche entrando en ella.

Comunidades que nacen del canto

Por último, cuando los desconocidos cruzan, el puente se convierte en plaza. Los lectores de The Sandman (1989–1996) transformaron el cómic en comunidad, generando relatos, ilustraciones y conversaciones que prolongaron la obra. American Gods (2001) imagina dioses sostenidos por la atención humana: una metáfora de cómo las creaciones viven en quienes las adoptan. Incluso Good Omens (1990), coescrito con Terry Pratchett, encontró nuevas orillas con su adaptación (2019), sumando voces a la canción. En última instancia, crear para extraños es apostar por lo común: el arte como lugar donde llegamos a ser, juntos, un poco más nosotros.