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Forjar sentido: devoción cotidiana y responsabilidad personal

Creado el: 22 de septiembre de 2025

Forjar significado es un acto de devoción diaria. — Søren Kierkegaard
Forjar significado es un acto de devoción diaria. — Søren Kierkegaard

Forjar significado es un acto de devoción diaria. — Søren Kierkegaard

Sentido como tarea diaria

Kierkegaard sugiere que el sentido no se descubre, se forja; y ese forjado exige constancia. En el Post-scriptum conclusivo no científico (1846) afirma que “la subjetividad es la verdad”, indicando que el significado surge del compromiso viviente, no de un sistema externo. Por eso hablar de devoción diaria no alude a solemnidad vacía, sino a la perseverancia de elegir, responder y reinterpretar nuestra existencia cada día. Así, el sentido se asemeja más a un verbo que a un sustantivo.

Repetición y fidelidad a lo ordinario

A continuación, su idea de la repetición (La repetición, 1843) revela que la novedad más profunda reside en la fidelidad a lo cotidiano. El “caballero de la fe” de Temor y temblor (1843) compra pan y paga impuestos, y sin embargo su vida arde de significado: rehace a diario su apuesta por lo esencial. Esta insistencia en lo pequeño prepara el terreno para comprender cómo los hábitos sostienen la llama del sentido.

Rituales que moldean la atención

En esa línea, la Regla de San Benito (c. 530) organiza el día en horas de oración y trabajo, convirtiendo la repetición en escuela de atención. No por magia, sino porque el ritual crea un “habitus” que orienta la mirada y educa el deseo. Del mismo modo, agendas, examen de conciencia o diarios sirven como yunques contemporáneos donde se golpea el metal de la vida hasta darle forma. Así, pasamos del impulso esporádico a la constancia.

Rebelión, sufrimiento y propósito

Sin embargo, forjar sentido no elimina el absurdo: lo enfrenta. El mito de Sísifo de Camus (1942) muestra una rebelión lúcida que abraza la tarea aunque la roca caiga una y otra vez. En paralelo, Viktor E. Frankl, en El hombre en busca de sentido (1946), documenta cómo el propósito puede nacer incluso en el sufrimiento extremo. Estas voces modernas amplían a Kierkegaard: la devoción diaria no es evasión, sino coraje.

Hábitos, autonomía y narrativa personal

Además, la psicología respalda el trabajo diario del sentido. La Teoría de la Autodeterminación (Deci y Ryan, 2000) muestra que la motivación florece cuando la vida incorpora autonomía, competencia y vínculo. Al mismo tiempo, la identidad narrativa de Dan P. McAdams (1993) explica cómo hilamos nuestra biografía en historias coherentes. Con microhábitos de atención —anotar tres gratitudes, una llamada de cuidado, 25 minutos de labor significativa— la trama se vuelve habitable.

La forja como imagen de proceso

Como en una herrería, el metal se templa a base de calor, martillo y agua. Un artesano me dijo: “Si te saltas un temple, el filo luce bien, pero se quiebra en el primer corte”. Del mismo modo, el sentido sin la disciplina del día a día luce brillante y frágil. En cambio, con ciclos de esfuerzo y reposo, la hoja adquiere nervio interno. Así, el carácter se vuelve herramienta útil, no adorno.

Devoción encarnada en el amor al prójimo

Por último, Kierkegaard recuerda en Obras del amor (1847) que el sentido madura cuando se orienta al otro. La devoción diaria se concreta en actos humildes: escuchar sin prisa, cumplir una promesa, reparar un daño. No añade grandeza espectacular, pero sí densidad moral. Al cerrar el día, lo forjado no es solo comprensión de uno mismo, sino una vida que, paso a paso, se vuelve respuesta para quienes nos rodean.