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Del confort al coraje: abrir posibilidades inéditas

Creado el: 1 de octubre de 2025

Cuestiona las comodidades; el valor responde con nuevas posibilidades. — Desiderius Erasmus
Cuestiona las comodidades; el valor responde con nuevas posibilidades. — Desiderius Erasmus

Cuestiona las comodidades; el valor responde con nuevas posibilidades. — Desiderius Erasmus

El origen incómodo del progreso

Erasmo sugiere que el primer motor de lo nuevo es la incomodidad: cuando dejamos de aceptar lo dado, aparecen fisuras por donde entra la luz. La comodidad adormece la pregunta y con ella la imaginación; en cambio, cuestionar presupuestos reactiva la curiosidad y revela alternativas que, desde la quietud, ni siquiera percibíamos. Así, el inconformismo no es capricho, sino higiene intelectual. Esta observación prepara el terreno para comprender por qué el valor no es un adorno moral, sino la energía que transforma dudas en caminos, como veremos a continuación.

El valor como puente hacia la acción

La crítica sin coraje se queda en escepticismo estéril. El valor, en cambio, conecta la lucidez con el movimiento y asume el costo de atravesar lo desconocido. Aristóteles, en su Ética a Nicómaco (c. 350 a. C.), define la valentía como el justo medio entre temeridad y cobardía: no huir del riesgo necesario, pero tampoco buscarlo por vanidad. En esa línea, el coraje operativo convierte la incomodidad en hipótesis, y la hipótesis en experimentos concretos. De este modo, la acción valiente inaugura posibilidades que el cálculo cómodo jamás habría autorizado.

Erasmo y la incomodidad intelectual

El propio Erasmo encarna esta lógica. Con *Elogio de la locura* (1511) incomodó la autocomplacencia de su tiempo, usando la sátira para desnudar rutinas vacías. Y con su edición crítica del Nuevo Testamento en griego (1516) cuestionó lecturas heredadas, no para destruir la tradición, sino para depurarla desde la fuente. Su humanismo nómada, alimentado por redes epistolares europeas, mostró que la crítica acompañada de estudio y diálogo abre una tercera vía entre el dogma rígido y la ruptura nihilista. Desde aquí, la lección se extiende más allá de las letras hacia la ciencia.

Ciencia y descubrimiento fuera de la zona cómoda

En el laboratorio del conocimiento, los grandes avances nacen al cruzar límites. Galileo, con el *Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo* (1632), desafió el confort del geocentrismo y pagó con arresto domiciliario, pero abrió la astronomía moderna. Siglos después, Marie Curie investigó sustancias desconocidas y aisló polonio y radio (1898), un itinerario riesgoso que reconfiguró la física y la medicina. En ambos casos, el coraje no fue mera bravura, sino disciplina con propósito: diseñar instrumentos, registrar datos, someterse a revisión. Ese tejido de riesgo responsable explica por qué de la incomodidad brotan posibilidades medibles.

Transformar costumbres para ampliar derechos

También en lo social, el progreso emerge cuando se cuestiona lo confortable para algunos y asfixiante para muchos. Mary Wollstonecraft, en *Vindicación de los derechos de la mujer* (1792), desafió la naturalización de la desigualdad y anticipó reformas educativas y cívicas. Frederick Douglass, con su autobiografía (1845), narró la brutalidad de la esclavitud, desestabilizando la indiferencia del público y alimentando el abolicionismo. Estas voces no solo denunciaron; propusieron marcos nuevos de dignidad. Así, el valor cívico convierte la incomodidad moral en instituciones más justas y, por extensión, en futuros habitables.

Prácticas para cultivar la valentía creativa

Para que la consigna de Erasmo sea hábito, conviene entrenar tres movimientos. Primero, formular preguntas que incomoden supuestos: qué damos por hecho y por qué. Luego, realizar microexperimentos de bajo costo que pongan a prueba hipótesis, aprendiendo rápido del error; el enfoque de mentalidad de crecimiento de Carol Dweck (2006) respalda este ciclo de iteración. Finalmente, buscar retroalimentación franca que desactive puntos ciegos, una práctica cercana a la exposición gradual de la terapia cognitivo-conductual. Con estos pasos, la incomodidad deja de ser obstáculo y el valor se vuelve método, abriendo, una y otra vez, nuevas posibilidades.