Así, puede adoptarse una fórmula de bolsillo: hecho, causa controlable, siguiente paso. Por ejemplo: “Perdimos al cliente; no medimos bien el riesgo; mañana validamos supuestos con datos y ajustamos la propuesta”. Al enlazar lo ocurrido con una palanca bajo nuestro control y un cuándo específico, el discurso deja de ser coartada y se convierte en plan. Finalmente, practicar esta disciplina de lenguaje entrena una ética: menos justificaciones, más aprendizaje y responsabilidad compartida. [...]