Por eso, antes de empezar pregúntate: ¿hay convicción intrínseca, no solo aplauso? ¿El camino promete aprendizaje compuesto a largo plazo? ¿Tengo una red mínima de seguridad para caer y reanudar? Si la respuesta es sí, comienza pequeño pero irreversible: plazos públicos, un primer envío, un prototipo que te obligue a iterar.
Para sostener la marcha, combina rituales y descansos: metas claras por ciclo, ventanas de foco sin distracciones, revisión semanal, y pausas que previenen la fatiga. Busca comunidad que critique y cuide. Y, sobre todo, adopta una regla simple: en días malos, ajusta; en días neutros, continúa; decide cambios estratégicos solo en días buenos. Así, el “hasta el final” de Bukowski deja de ser bravata y se convierte en método. [...]