Sin legitimidad no hay escalabilidad. Incluir a quienes soportan los costos —mujeres, jóvenes, minorías, comerciantes, personal sanitario— permite que los intersticios respondan a necesidades reales. Negociar por intereses y no por posiciones, como sugieren Fisher y Ury (Getting to Yes, 1981), evita trampas simbólicas y abre espacio a soluciones creativas. Además, las sanciones graduadas y los mecanismos de reparación sostienen el cumplimiento sin humillar al otro.
La resiliencia surge cuando las reglas nacen de la práctica y se adaptan mediante retroalimentación continua: tableros públicos de cumplimiento, alertas tempranas y ajustes periódicos. Así, se honra la intuición de Sun Tzu: estudiar el conflicto no para negarlo, sino para diseñar, en sus huecos, una paz que aprende, crece y perdura. [...]