Desde la teoría, pasemos a la práctica: elige un gesto diario —abrir la puerta, preparar café— y descríbelo con una restricción formal (solo verbos, o sin adjetivos). Cambia el punto de vista: narra el trayecto al trabajo desde la mirada de una señal de tránsito. Haz un diario de hallazgos, no de hechos: cada entrada debe contener algo que no habías notado antes.
Además, varía rutas, consulta etiquetas olvidadas, entrevista objetos. Antes de dormir, pregunta: “¿Qué di por sentado hoy?”. Así, lo familiar deja de ser telón de fondo y se vuelve escena. Y, como proponía Lu Xun, la sorpresa deja de ser accidente para convertirse en método de lucidez. [...]