Finalmente, silencio y voz forman un pulso que sostiene la valentía. Como recordó Lorde, no hablar no nos salvará; pero hablar sin haber escuchado puede herir. El punto medio es un ritmo: escuchar hasta alinear, decir para construir, volver a escuchar.
Así, cumplimos la invitación de Gibran: dejamos que el silencio afine, y liberamos una voz que no sólo alcanza la diana, sino que también cuida a quienes están alrededor del blanco. [...]