Finalmente, Hikmet completa la imagen con ternura: en Yaşamaya Dair (1947) sugiere plantar olivos incluso a los setenta, aunque no llegues a verlos crecer. Esa apuesta hacia el futuro define una seriedad amable, que no controla; confía. Vivir como una ardilla, entonces, es comprometerse con aquello que nutre a otros, quizá mañana. Entre juego y disciplina, entre risa y responsabilidad, emerge una ética simple y profunda: honrar la vida cuidándola, para que a su tiempo vuelva a darnos fruto. [...]