Finalmente, el equilibrio no consiste en negar la gravedad, sino en dejar que el cielo discipline los pasos. Quien ha visto desde arriba vuelve para diseñar alas mejores, comunidades más justas o preguntas más hondas. Así, la mirada alzada no es escapismo, sino orientación. Caminamos por la tierra, sí, pero con el cielo como norte: un recordatorio de que la altura más valiosa es la que, al alcanzarla, mejora la vida abajo. [...]