Por último, el cuidado compartido evita el agotamiento de quienes llegan hoy. La ética del cuidado (Gilligan, 1982) y la praxis feminista de El Saadawi—incluida la Arab Women’s Solidarity Association (1982)—enseñan que la presencia se vuelve sostenible cuando se reparte: guarderías comunitarias, rotación de tareas, descansos pactados. Como recuerda bell hooks en All About Love (2000), el amor como práctica implica compromiso diario, no solo sentimiento. Cuando las comunidades diseñan soportes para la asistencia—desde bancos de tiempo hasta redes de ayuda mutua—la presencia deja de ser heroica y se vuelve estructural. Así, cerramos el círculo: el futuro no lo promete el calendario; lo levantan, ladrillo a ladrillo, quienes acuden hoy. [...]