Finalmente, la imagen ha perdurado porque el osmanto sigue marcando estaciones y afectos: ciudades como Hangzhou celebran su floración otoñal, y el guihua jiu aromatiza encuentros durante el Medio Otoño. Esa materialidad festiva devuelve al verso su circularidad: lo que cayó de la luna vuelve a ascender como memoria compartida. La poesía, así, no se agota en el instante, sino que deja un rastro que, como el perfume, dura más que el viento. Entre mito y mesa, Song Zhiwen compone una lección: lo tenue, si es verdadero, atraviesa las nubes y permanece. [...]