Finalmente, esta perspectiva exige rendición de cuentas ante quienes viven las políticas. Martha Nussbaum, en Women and Human Development (2000), complementa a Sen proponiendo capacidades centrales que resguardan la dignidad humana. Integrar esas referencias permite establecer mínimos éticos y orientar prioridades. La transición es clara: del aplauso efímero al progreso verificable mediante libertades sustantivas. Cuando instituciones, empresas y comunidades se juzgan por la autonomía que habilitan, el desarrollo deja de ser publicidad y se convierte en promesa cumplida. [...]