Perseverar sigue siendo virtud, pero orientada. Angela Duckworth, en Grit (2016), muestra que la constancia efectiva combina pasión con ajuste táctico. La meta superior se mantiene; las rutas cambian. Así, abandonar un método ineficaz no traiciona el propósito: lo protege.
En la práctica, conviene alternar periodos de ejecución con pausas de diagnóstico, practicar pequeñas apuestas reversibles y definir umbrales de salida. De ese modo, la fuerza deja de ser choque contra ladrillo y se convierte en palanca. Tal como sugiere Chanel, el tiempo no se gasta en la pared: se invierte en hallar —o construir— la puerta adecuada. [...]