Finalmente, la imagen propone una guía para el presente: amar como clima que posibilita el renacer del otro y de ambos. Tras inviernos de rutina o duelo, la promesa no es perpetua euforia, sino ciclos de cuidado que devuelven color y savia. En clave contemporánea, la metáfora conversa con sensibilidades ecológicas: no extraer, sino regenerar; no forzar, sino acompañar. Así, la primavera deja de ser estación del calendario para convertirse en práctica relacional. [...]