Apollo 13 (1970) ilustra la tesis: cuando una explosión comprometió la misión, la NASA improvisó filtros de CO₂ con materiales disponibles. Aquella creatividad no fue azar; se apoyó en años de simulaciones, listas de chequeo y equipos interfuncionales. De forma similar, las After Action Reviews del Ejército de EE. UU. (años 80) convirtieron cada operación en aprendizaje explícito, cerrando el bucle entre planificar y mejorar. Por último, la vida cotidiana confirma el patrón: quien ensaya rutas alternativas, prepara buffers de tiempo y clarifica criterios, reacciona mejor a imprevistos. Así se completa el círculo de Eisenhower: el plan puede fallar sin que el esfuerzo se pierda, porque el verdadero activo no es el guion, sino la capacidad —forjada al planificar— de adaptar el guion con velocidad y sentido. [...]