Por último, leer lo desconocido exige escapar de las cámaras de eco. Eli Pariser, en The Filter Bubble (2011), advirtió que la personalización digital estrecha nuestras rutas. Para contrarrestarlo, sirven rituales de serendipia: hojear estanterías ajenas, alternar idiomas, caminar por trayectos no habituales, o practicar lecturas “al azar” en bibliotecas. Borges, director de la Biblioteca Nacional (1955–1973), imaginó en “La biblioteca de Babel” (1941) un universo de extravíos fértiles: perderse bien para encontrarse mejor. [...]