Cielo imparcial: perros de paja y el sabio

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El cielo y la tierra no son benevolentes, tratan a las diez mil cosas como perros de paja; el sabio
El cielo y la tierra no son benevolentes, tratan a las diez mil cosas como perros de paja; el sabio no es benevolente, trata al pueblo como perros de paja.

El cielo y la tierra no son benevolentes, tratan a las diez mil cosas como perros de paja; el sabio no es benevolente, trata al pueblo como perros de paja.

Contexto del aforismo

En primer lugar, la sentencia procede del Daodejing (cap. 5), atribuido a Laozi. “Las diez mil cosas” designa la totalidad de los seres; afirmar que cielo y tierra “no son benevolentes” cuestiona una moral antropocéntrica que supone que la naturaleza favorece nuestras expectativas. No se anuncia crueldad, sino indiferencia funcional: el Tao opera sin preferencias ni fines humanos. En consecuencia, el segundo miembro traslada el principio al sabio, cuya virtud consiste en sintonizar con esa neutralidad y evitar imponer su propia parcialidad moral.

Qué eran los perros de paja

A continuación, la imagen ritual aclara el tono. Los “perros de paja” eran figuras trenzadas usadas como ofrendas sustitutivas en ceremonias de la Antigüedad; mientras duraba el rito se los trataba con reverencia, pero luego se los dejaba a un lado. Zhuangzi alude a este símbolo para mostrar que el valor de las cosas varia según el contexto sagrado o profano (Zhuangzi, cap. 14). Así, el aforismo no legitima el desprecio, sino que recuerda que el prestigio no es intrínseco, sino relacional y efímero.

No benevolencia como imparcialidad

Ahora bien, ¿por qué “no benevolentes”? Comentarios tempranos, como el de Wang Bi (s. III d. C.), explican que el Tao carece de favoritismos: no premia ni castiga por motivos humanos, sino que deja que cada cosa siga su curso (ziran). Desde esta óptica, la benevolencia sentimental puede distorsionar la medida justa. El principio se articula con el wu wei: actuar sin forzar. Dejar ser no implica desentenderse, sino intervenir sólo cuando la intervención se alinea con la dinámica de las cosas (Daodejing, caps. 2 y 48).

Gobernar sin favoritismos

Por tanto, cuando el texto dice que el sabio trata al pueblo como perros de paja, señala una práctica de gobierno sin apego ni clientelas. El buen gobernante crea condiciones y se retira, evitando manipular a las personas según afectos particulares o ideologías rígidas. De ahí la máxima: “El mejor gobernante es apenas conocido por su pueblo” (Daodejing, cap. 17). La imparcialidad protege a la comunidad de excesos paternalistas que, aunque bien intencionados, generan dependencia, resentimiento o resistencia.

Diálogo con el confucianismo

Asimismo, el pasaje polemiza con el “ren” confuciano, la benevolencia como eje de la ética social. Mientras las Analectas privilegian la formación moral mediante ritual y ejemplo (Analectas 12.22), Laozi sospecha que moralizar produce rigidez y orgullo. Su propuesta no niega el cuidado, sino que lo des-psicologiza: cuidar es crear armonía estructural, no buscar gratitud ni reconocimiento. En esa tensión, el taoísmo invita a una ética menos emotiva y más ecológica del poder.

Evitar la lectura nihilista

Con todo, el aforismo no autoriza la frialdad burocrática ni la deshumanización. Los comentaristas han insistido en que la imparcialidad del sabio se funda en el vaciamiento del ego, no en el desprecio (Huainanzi, cap. 1). Tratar “como perros de paja” no significa usar y tirar, sino no absolutizar roles y privilegios. La imparcialidad, bien entendida, reduce daño: al no favorecer bandos, el sabio previene conflictos y deja que el mérito y las necesidades reales emerjan sin maquillaje.

Resonancias contemporáneas

En último término, la enseñanza ofrece claves actuales. En ecología, recuerda que la naturaleza no negocia con nuestras intenciones: o nos ajustamos a sus ritmos o pagamos costos sistémicos. En liderazgo, sugiere reglas claras, transparencia y mínima manipulación, prácticas cercanas a la gobernanza distribuida y la gestión adaptativa. Como en el Daodejing (cap. 64), actuar pronto y con ligereza evita el exceso correctivo posterior. La imparcialidad, lejos de la frialdad, es una forma de cuidado lúcido.